La razón por la que nos quedamos calvos y cómo prevenirlo

La alopecia androgénica, conocida comúnmente como calvicie, es básicamente la pérdida continua de cabello. Aunque este término hace referencia a cualquier parte del cuerpo, se usa sobre todo para hablar de la pérdida de pelo en la cabeza.

Esta calvicie se produce sobre todo porque sufrimos cambios biológicos (a causa de nuestros genes), relacionados con un derivado de la testosterona, lo que hace que nuestro cabello se vuelva más débil. Esto explica también por qué en los hombres suele ser más frecuentes que en las mujeres.

Hay muchos otros factores que influyen en la pérdida de pelo, como el estrés, efectos adversos en tratamientos médicos o una mala alimentación.
Normalmente, el pelo crece y se cae de nuestra cabeza (o lo cortamos), en un ciclo regular. El problema está en que en ciertos casos este ciclo termina y el pelo no se vuelve a regenerar, dejando esa área despoblada.

Contrariamente a lo que mucha gente cree, afecta a casi todo el mundo. Eso sí, no en igual medida. Actualmente, 8 de cada 10 jóvenes mayores de 21 años presentan entradas, y pasando los 40 años son más de la mitad de los hombres los que tienen la llamada “coronilla despoblada”.

Por otro lado, este trastorno afecta únicamente al 16% de las mujeres, sin llegar la mayor parte de las veces a casos muy severos.

Ya tenemos claro qué es y lo que nos ocurre cuando la alopecia llama a nuestra puerta, así que veamos cómo podemos evitar la pérdida de pelo acelerada.

Es imposible recuperar un pelo que ya ha perdido su capacidad de regeneración, por lo que las soluciones pasan por implantar nuevos pelos en su lugar, o prevenir su caída mediante un cuidado preventivo.

Es importante acudir a especialistas cuando la salud de nuestro cabello empiece a dar síntomas preocupantes. Los especialistas, como Víctor Salagaray, recomiendan fijarnos en los pelos que dejamos en nuestra almohada como indicador de nuestra salud capilar.

También es importante a la hora de evitar perder nuestro cabello el uso de productos adecuados para nuestro tipo de pelo.

Otro hábito aconsejable es tratarlo con delicadeza y evitar cepillarlo con brusquedad o frotarlo con fuerza al salir de la ducha.

El secador también nos puede perjudicar si lo usamos a la temperatura máxima, lo ideal es usar una potencia moderada con un aire no demasiado caliente.
Si estas soluciones preventivas no consiguen parar la caída, es hora de acudir a especialistas para recibir uno de los muchos tratamientos que ya hay disponibles para este fin. Tanto para frenar la caída con cremas o geles específicos, como para repoblar alguna zona a través de injertos.


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Author: Preciosa Peluqueros

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